martes, 26 de mayo de 2015

Mar i cel

El Mar i Cel 
Dentro de la trayectoria de la compañía de teatro Dagoll Dagom, que este año llega a su 40 aniversario, cada uno de los espectáculos que se han ido presentando respondió a un momento muy concreto de la compañía y, obviamente, del país. Podríamos establecer una historia de nuestras vidas, unas memorias teatrales, que fueran recorriendo nuestros espectáculos y, en paralelo, sería también la historia de nuestras vidas y de la sociedad en la que hemos pertenecido. Hemos tenido, en todos estos años, el tiempo suficiente para vivir experiencias de todos los colores, a veces muy provechosas, a veces despreciables, y estar en contacto con muchos artistas, colaboradores, técnicos y, sobre todo, miles y miles de espectadores.

MAR I CEL, dentro de esta trayectoria, ocupa un espacio central. Fue creado en 1988, y remontado en 2004, y sin duda ha sido el espectáculo de teatro musical que más eco ha tenido de todos los que hemos hecho. Esto no quiere decir nada: hay otros espectáculos -Flor de Nit noche (1992), Poe (2003), Els Pirates (1997), Cop de rock (2011) -, que podrían muy bien volver a ser llevados a la escena, y, naturalmente, no descartamos la posibilidad de hacerlo. Pero MAR I CEL tiene un componente muy atractivo para una celebración como la que este año queremos llevar a cabo: representa el enlace de nuestra voluntad de crear teatro musical propio partiendo de unas raíces culturales compartidas, como es, en este caso la obra de Àngel Guimerà.

Esta historia de piratas y cristianos encerrados dentro de un barco perdido en medio del mar, es una perfecta metáfora del mundo, cuyos habitantes seguimos empeñados en hacernos la guerra, odiarnos y destruirnos con un orgullo que hace tiempo que debería haberse eliminado.

Un amor imposible debido a la pertenencia de cada uno de los dos enamorados en unos mundos históricamente irreconciliables, enfrentados por el pasado, por la religión y por la imposibilidad de construir un futuro conjunto. Y todo ello, conducido con las justas palabras de Xavier Bru de Sala y la maravillosa música de Albert Guinovart.

Son muchos los espectadores que, desde su primera versión, se nos han acercado para decirnos que MAR I CEL ha sido su punto de enamoramiento del teatro, muchos los profesionales que nos han confesado que se han dedicado a este trabajo, en gran parte, influidos por el buen recuerdo del espectáculo.

Sin embargo, el teatro, como todo el mundo sabe, es un arte completamente efímero que sólo se conserva en la memoria del espectador y en las grabaciones que, necesariamente transforman el espectáculo teatral, vivo y directo, en un espectáculo televisivo, o en un soporte discográfico o editorial que no puede transmitir la energía del teatro.

Nos ha parecido, pues, conveniente, volver a remontar nuestro espectáculo central, adaptando algunos avances tecnológicos del momento, pero manteniendo la misma alma original, para ofrecer a los espectadores la posibilidad de volver a disfrutar con una obra que, en su momento, los emocionó y, sobre todo, para presentarlo a los más jóvenes que no han tenido la posibilidad de verlo y, quizás, quererlo.

Y contribuir de esta manera a que el teatro se convierta, capa vez más, un hábito normal en un país normal.





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